sábado, 6 de noviembre de 2010

Violencia en el fútbol argentino: 249 muertos

Por: Luis Casabal
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La primera y la última muerte fueron por balazos. La historia se repite sistemáticamente desde el siglo pasado. La nueva última muerte que enluta al fútbol argentino ocurrió en marzo de 2010. El ex jefe de la barra brava de Newell’s Roberto “Pimpi” Caminos fue acribillado de cinco disparos a la salida de un bar.
El 14 de mayo de 1939 el fútbol argentino empezó a escribir su lista negra. Luis López, de 41 años, y Oscar Munitoli, de 9, murieron durante el partido entre Lanús y Boca, cuando la policía efectuó disparos luego de una pelea que se generó en una de las tribunas populares de la cancha del primero.
Semejante al caso del chico Munitoli fue lo que le pasó a Adrián Scaserra (14 años), quien falleció el 7 de abril de 1985 en la tribuna visitante de Independiente en un partido ante Boca, en Avellaneda, por un balazo. O el caso de Fernando Blanco (17 años), de Defensores de Belgrano, muerto el 27 de junio de 2005 luego de un partido contra Huracán.
Enfrentamientos con la policía o entre hinchadas, o simplemente graves errores organizativos, fueron responsables de las muertes en nuestro fútbol, como el grave incidente que ocurrió el 23 de junio de 1968 en el estadio Monumental, en el clásico River-Boca, cuando 71 personas cuyo promedio de edad era de 19 años murieron aplastadas y asfixiadas en la mayor tragedia de la historia del deporte de nuestro país conocida como La Puerta 12. Tampoco hubo respuestas oficiales por las siete víctimas de un River-San Lorenzo jugado el 2 de julio de 1944.
Pero en 1958 se produjo la primera muerte por enfrentamientos entre hinchadas. El 19 de octubre, en un partido entre Vélez y River, en Liniers, la hinchada visitante entró en la popular local y se armó una batalla campal en la que tuvo que intervenir la policía. Se lanzaron gases lacrimógenos. En los escalones quedó tendido Alberto Linker, un hincha de Vélez al que una de las bombas arrojadas le explotó en la cara.
Si bien desde una visión histórica las muertes empiezan a sucederse antes del inicio de la era profesional del fútbol en la Argentina (1930), otros investigadores marcan el comienzo de la fatídica estadística en el año 67 con el asesinato de Héctor Soto en un encuentro disputado entre Huracán y Racing.
Fechas fundacionales mediante, el número de víctimas siguió su oscuro ascenso con el paso de los años. En particular en la década del 80, cuando los incidentes en nuestro fútbol se hicieron frecuentes con el avance del poder de las barras bravas, instaladas definitivamente en los 90 como factor de poder. Desde el 16 de octubre de 1982 (José Luis Pérez, 25 años, Temperley vs. Los Andes) hasta hoy se registraron 147 muertes. En ese período hubo muertes que tuvieron mayor repercusión por haberse producido en partidos entre clubes grandes: antes de que comenzara Boca v. Racing , en la Bombonera, el 3 de agosto de 1983, Roberto A. Basile recibió una bengala desde la tribuna de enfrente que le perforó el cuello. El mencionado Adrián Scaserra (Independiente v. Boca, 7 de abril de 1985). Walter Vallejos y Angel Delgado (Boca v. River, 30 de abril de 1994) murieron baleados por una emboscada organizada por hinchas de Boca. Un balazo terminó con la vida de Ulises Fernández (San Lorenzo v. Huracán, 20 de diciembre de 1997).

jueves, 4 de noviembre de 2010

LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIOLOGICA

¿Sólo un juego? La violencia en el fútbol desde una perspectiva sociológica
Por Andrew Lawless
Traducido por: Davinia Caro
“¿Tenemos que preguntarnos por qué nos sorprendemos cuando la violencia se asocia con el fútbol? Desde siempre, el fútbol ha sido un foco de conductas que expresan agresión, entendidas en gran parte como rituales. Incluso podemos remontarnos a los tiempos clásicos, la época de círculos de aficionados a las carreras de carros en Roma y, más tarde, en Bizancio. Durante esta época, encontramos tipos de modelos de conducta que son casi idénticos a los que hoy en día vemos en las gradas. Los aficionados se visten de los colores de su equipo, hacen carreras por las calles golpeándose los unos a los otros, prenden fuego a las sedes de los otros clubes y, en general, molestan a todo el mundo.” El Doctor Peter Marsh, director del Social Issues Research Centre (Centro de investigaciones sociológicas) del Reino Unido, ha estudiado la violencia en el fútbol durante muchos años, tocando el tema por primera vez en su tesis de final de carrera. Marsh, que admitió ser un ex-fan, empezó a enfocar esta cuestión gracias a su interés tanto en la violencia como en el fútbol. “Me interesaban los temas relacionados con los jóvenes, la agresión, el fútbol y cobrar para ir a partidos para investigar me pareció tan buen sistema como cualquier otro.”
Sería muy interesante que hoy en día leyéramos un informe publicado por el SIRC, ya que parece que las cosas han cambiado muy poco. Leyendo la introducción del informe, uno se da cuenta de que la pasión de los “fans” y los problemas que esta comporta continúan siendo los mismos que en sus orígenes. “En los partidos de fútbol medievales había centenares de jugadores y al final resultaban ser batallas en el campo de juego entre jóvenes de pueblos rivales, quienes aprovechaban la ocasión para resolver disputas familiares, desavenencias personales y discusiones sobre la tierra. En otros países europeos existían modalidades de fútbol popular, como por ejemplo el alemán Knappen y el Calcio in Costume de Florencia. Pero los orígenes del fútbol contemporáneo se encuentran en estos violentos ritos ingleses.”
Por lo tanto, nos preguntamos: ¿hay algo inherente en el fútbol que provoque la violencia? Por ejemplo, ¿por qué no se asocia la violencia con la natación sincronizada o, de una manera más lógica, con un deporte similar como es el rugby? “De hecho, por lo que hace al rugby, depende de si hablamos de rugby a quince o de rugby a trece, debido a la antigua diferencia de clases sociales que los distinguía el uno del otro. Pero de todas maneras, hemos visto que la violencia está presente en casi todos los deportes de equipo; como es el caso de los disturbios en el estadio de baseball de los Yankees de Nueva York o el de Los Ángeles, hace un par de años. La violencia no está relacionada exclusivamente con el fútbol, aunque estoy de acuerdo en que esta idea se ha difundido mucho; sobre todo la idea de chavales de clase trabajadora que encuentran en ella una válvula de escape para forjarse una reputación, una identidad. No se puede conseguir a través de la educación o del trabajo, pero sí es posible siendo un gallito en las gradas los sábados por la tarde. Cuando la gente adopta esta postura, se desarrolla este círculo social y podemos observar como este comportamiento se va extendiendo.”
Entonces me pregunto si es una cuestión de clases. “Es bastante simple. La gran mayoría de gente que va a los partidos y toma parte en lo que podríamos describir como gamberrismo o hooliganismo es de clase trabajadora. Los arrestados en partidos de fútbol son por general de suburbios locales. Con esto no quiero decir que siempre se dé el caso, pero sí en la mayoría de casos y, hasta cierto punto, tenemos que atribuirlo a la clase social.” Cuando estoy a punto de interrumpir para cuestionar este enfoque, el Dr. Marsh responde mi pregunta: “Un puro análisis sociológico del problema no nos lleva muy lejos. Muchos chicos del mismo contexto social no siguen las mismas pautas de conducta.”
Con la inauguración de la EuroCopa 2004, junto con otros grandes torneos internacionales en los cuales participa Inglaterra, todo el mundo está a la expectativa de que los aficionados ingleses busquen problemas. Por otro lado, los medios de comunicación, como por ejemplo en Italia, ignoran a su convenir problemas que han ocurrido en su país. De todas maneras, la cuestión sigue en pie: para muchos, el hooliganismo es un fenómeno británico; pero ¿hasta qué punto es esto verdad? “Bueno ahora se considera más un fenómeno inglés, ya que los escoceses se están poniendo muy delicados al respecto y afirman que ellos no forman parte de todo esto (ríe). Si miramos al resto de Europa, he ido a partidos, como por ejemplo en Italia, donde el despliegue policial era tan amplio, con mangueras de agua, gas lacrimógeno, etc., que hacía que los partidos ingleses parecieran estar bajo control. La mayoría de los países europeos han experimentado los mismos problemas, pero parece ser característico de los ingleses el aprovechar estas oportunidades, como si lo fueran, para poner verdes a su propia gente. En cambio los franceses, alemanes e italianos apoyan mucho más a los suyos.”